Que paguen los abuelos




Me voy a arriesgar a ser adivino. Voy a vaticinar el discurso que van Uds. a escuchar desde todas las terminales mediáticas, a propósito del rescate, a partir de ahora: Este desastre han de pagarlo los abuelos, los pensionistas.

No se equivoquen, no hay dinero. El estado, después de tres meses sin ingresos, sencillamente no puede pagar a sus trabajadores. No puede. NO PUEDE. No hay ni para pagar el mes que viene.

Y claro, todo el confinamiento por culpa de quién ha sido, a ver. ¿Del Gobierno? por favor. Que todos aplaudíais, cómplices. Este es un Gobierno democrático. ¿cómo vas a quejarte tú del confinamiento, que denunciabas al que bajaba a por un par de cervezas, solo. O a la pareja que puede dormir junta pero no puede compartir coche. Estás en el ajo.

No. Aquí alguien tiene que pagar, los que nos han obligado a hacer este esfuerzo, a quedarnos en casa, en paro, sin sueldo, sin futuro. ¡Los abuelos!

Ellos tienen la culpa en última instancia, ¡les hemos salvado la vida! Una sesión del Gobierno, unas líneas en el BOE, y de un día para otro las pensiones se quedarán en el 60% o la mitad, de lo que eran. ¿Que antes ya eran una miseria gracias a la que sobrevivían, desde hace una década, hijos y nietos? Lo siento, haber ahorrado. ¿Que lo hicisteis y el ahorro en un piso se malbarató por la okupación, el ahorro en acciones por los impuestos, el ahorro en patrimonio por sucesiones? vaya, o sea que teníais riqueza, ¿eh? mientras el resto se moría de hambre, ¿eh? Bien confiscada está.

Qué triste impotencia, ver la injusticia que viene, sin poder hacer nada, sin fuerza. Los más débiles pagando tributo, una vez más en esta injusta piel de toro, a los más fuertes. Que una persona mayor eche cuentas del sudor que ha vertido, para levantar este pesado país, y digiera el darse cuenta de que, sobre esa pesada carga, viajaban pasajeros que no hubieron de hincarla. Cruel tener constancia, mientras revuelves la basura de un supermercado, que buena parte de ese esfuerzo quedó para que otros comieran y vivieran, sin dar un palo al agua.

Porque no se equivoquen, los pisos bajarán, los campos quedarán yermos y las fábricas cerrarán.

¿Y saben quienes podrán comprar esos pisos, esos campos, esas acciones regaladas? ¿Los obreros? No, hombre, esos no tienen ni crédito en el banco, están todos en la calle. ¿los empresarios? Qué dices, están arruinados, hipotecados y a estas alturas viviendo debajo de puentes. Arriesgaron todo por su empresa, pidieron dinero, pusieron el piso de sus padres como aval, para sobrevivir desde 2008. Tanto esfuerzo, tanto trabajo, tanta angustia. Y por fin, el toque de gracia, el último revés. A pedir a la caridad. ¿Los profesionales? Están todos haciendo las maletas, pocos quedaban ya.

¿Entonces, quién? Pues claro, hombre. Los que siguen cobrando, que tienen puesto fijo. Los intocables. los políticos. Las sucesivas castas que como capas se han abrigado del Estado socialdemócrata. El Estado quita, el Estado da. Esos van a disfrutar de vivienda baratita, de alimentos regalados, de buenos coches. De los que tendrán que malvender los otros para sobrevivir. La clase media menguando a proletaria, la política ascendiendo a jerarca.

Una transferencia de riqueza de la clase media a las castas, como viene siendo tradición en España. ¿Y los defensores de la nación, qué harán? Pues comer lo primero, no se puede defender a la nación con la tripa vacía. Echarle una mano a su sobrino, a su amigo del cole, pobrecicos, que si no se nos morirán de hambre.

Esto afectará a los trabajadores públicos, no me cabe duda. Pero diferencien entre ellos a los que trabajan seriamente de los políticos, que si están en la Administración, saben perfectamente quién es quién. Unos ya trabajaban por un plato de arroz y un jergón en un bloque comunistas del extrarradio. Otros, saldrán de ésta relucientes, saneados, capitalizados. Con su sueldazo. Las autonomías autonomizarán, las diputaciones diputearán, las corporaciones corporizarán, el Estado socialdemócrata sobrevivirá, pero la nación seguirá, como cada amanecer, con su hígado roído por carroñeros, como el de Prometeo.

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