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Mostrando entradas de noviembre, 2010

Apellidos y ovejas

A vueltas con el tema del proyecto de ley del registro civil que regula el apellidado, recuerdo las decenas de veces que he discutido el tema con amigas feministas. Y es que en muchas ocasiones nos encontramos con herramientas diseñadas desde el mundo anglosajón en el que sólo se pide un nombre y un apellido (el “que inventen ellos” trae estos lodos). En los EE.UU., donde se manejan con un nombre y el apellido paterno, o el del consorte masculino, a mí siempre me había resultado tremendamente discriminatorio que siempre fuera el apellido masculino el que pudiera prevalecer. Merced a esa ventaja, sé que, con mi mismo apellido, y posiblemente antepasado, existió un Luys Lobera de Ávila , del que me puedo vanagloriar. Ninguna mujer tiene esa posibilidad, porque en el mejor de los casos, aún cuando conserven el apellido de soltera, éste no sobrevivirá una generación. Que el apellido de la esposa, tras la boda, sea el del hombre, así como el de los hijos, no es muy distinto de marcar