Por qué triunfará el Comunismo en España
Renta Mínima Vital
(RMV). Supongo que la llamarán La Reme, para los amigos. Como
si lo viera. Después del CoVid viene La Reme. Para un liberal
son tiempos muy difíciles. Ahora ya a pasos agigantados, día a día
se está construyendo el armazón de un sistema totalitario. Es
obsceno de puro evidente. Va tan rápido que no nos da prácticamente
tiempo a reaccionar. Y es descorazonador ver cómo la sociedad está
totalmente desarmada ante ese proceso. Bueno, principalmente porque
la mitad de ella aspira seriamente a ser cómplice en el proceso.
Como contemplar cómo
un hermano querido se desliza por el sendero de la drogadicción, se
puede contemplar cómo media España prefiere la senda de la pobreza
aunque ello condene a la miseria a la otra mitad.
Supongo al lector
medio conocedor del famoso dilema del prisionero, le ruego no
obstante la indulgencia de explicarlo brevemente para aquellos que lo
desconozcan. Siempre viene bien conocer cuestiones básicas que se
emplean como herramientas en economía, filosofía, política…
La cuestión es muy
sencilla (voy a cambiar un poco la historia para hacerla más amena):
imagínense, en una dictadura, dos activistas, detenidos sin pruebas
y encerrados en celdas separadas. Ambos tienen que tomar la misma
decisión: confesar o no que son los autores de, no sé, una pintada.
Si uno lo hace, y el otro no, él tendrá una multa, y el otro se
comerá un auténtico marrón, de varios años en la cárcel. Si
ambos confiesan, ambos se enfrentarán a una pena de tipo medio. Si
ambos callan, la policía no tendrá más remedio que soltarles.
Y la cuestión que
subyace, es que, enfrentados los intereses del individuo con los del
colectivo, normalmente los individuos salvan su culo primero, y
luego, si pueden, al grupo.
Y esa es la
historia, porque a estas alturas la gente no es tonta y sabe
perfectamente a qué se enfrenta ante un escenario de sistema
totalitario de régimen comunista: Elegir entre la miseria y la
pobreza. Si perteneces a la mitad de la nación que es cómplice con
el régimen y que va a apoyarlo, tienes asegurado un futuro de
supervivencia. Y llevan tiempo encargándose de crear esa mitad, con
la herramienta de las ayudas. El PER, el Feminazismo, LGTBIsmo,
Nacionalismo, Inmigracionismo, etc. Cosas con las que hemos
transigido porque es algo más connatural al Estado Español y con lo
que llevamos conviviendo generaciones. Es el privilegio que todos, de
una forma o de otra creemos tener. El farmacéutico, el estanquero,
el fabricante de coches, etc. Todos pensamos que, en un sistema lleno
de trampas, estamos del lado del tramposo. Todos cogiendo las uvas de
tres en tres, haciendo trampas para sobrevivir. En la pobreza, eso
sí, pero sobrevives. Y como eres cómplice, no puedes protestar. No
tienes legitimidad moral. El esquema es maravilloso de puro simple:
media España basará su supervivencia en la infravivencia de la otra
media. Ya que vamos a estar en la mierda, mejor en el lado de arriba
que en el del suelo.
Y el pequeñísimo
porcentaje de españoles que pueden ser los boliburgueses de este
desastre, pues obviamente aprietan el acelerador hacia el precipicio,
aunque sólo sean los copilotos del coche. Pasan la pierna al otro
lado de su asiento y pisan pié y acelerador del conductor. El mejor
ejemplo, la ya anunciada Renta Mínima Vital. A fin de cuentas, ha
funcionado en Venezuela, una cesta de comida siempre es mejor que
nada. Y nos rodea la nada. Qué español renunciará, en este momento
a semejante regalo.
El mayor problema es
que, en este esquema, a la oposición se le ofrece un dilema muy
perverso. Ser esa oposición amansada y controlable, que queda del
lado de la pobreza, como cualquier otra mamandurria o chiringuito del
sistema, o se juega la miseria, la cárcel, el gulag o el exilio
enfrentándose frontalmente.
Una oposición
patriota, que quiera que la nobleza sea la marca de su nación,
deberá empezar por renunciar a coger las uvas de tres en tres.
Deberá cogerlas de una en una, para poder blandir el sable de la
legitimidad. Renunciar a sueldos, cargos y prevendas, y empezar a
gritar en las plazas.