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Mostrando entradas de 2018

Los impuestos son un robo

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La sencilla afirmación del título de este artículo la habremos oído como liberales en centenares de ocasiones. Supongo que aquí todos estaremos más o menos de acuerdo, pero hoy la cosa va para aquellos que no lo están. Es un clásico, en una discusión con socialistas, acabar recurriendo a esta afirmación, y el problema es que, a partir de ese momento, nuestros interlocutores, desconectan de cualquier argumento o idea que podamos proponer. A sus ojos, simplemente, nos hemos convertido en unos psicópatas que no tienen problema en que la gente que no pueda pagarse la sanidad muera rabiando en las cunetas, con aquellos que no cotizaron su pensión. Este artículo es para todos ellos, con la esperanza de que, si consiguen terminarlo, comprenda porqué cuando un liberal dice que los impuestos son un robo, no solo no le vean como un peligroso idiota, en el sentido etimológico del término, sino que hasta consideren que, en el fondo, algo de razón tenemos. Y la cosa es bastante senc

La mina Laffer

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No me creo que a estas alturas, nadie con algo de relevancia política desconozca el concepto que introdujo Laffer con su famosa curva: La recaudación según tipos tiene un máximo más allá del cual aun aumentándolos ésta disminuye. La razón básica parece sencilla, simplemente el punto donde los impuestos se vuelven demasiado insoportables como para que compense pagarlos. Pero en realidad no es tan sencillo, una sociedad puede aguantar tipos relativamente más altos que otra si el poder adquisitivo de sus ciudadanos es más elevado que el de la otra. Pasa con los países del norte de Europa, y bueno, cuando comparando sólo sus tipos y no sus rentas los políticos patrios nos vienen con que “hay margen para subidas” pues para los no profanos sabemos que entran en el terreno de la obscenidad intelectual. El corolario que sigue es relativamente sencillo de establecer: La máxima recaudación también te muestra el pico de competitividad de una nación. Dicho de otra forma, los tipos

Deuda e inmigración

Es difícil calcular el coste total en ayudas por inmigrante en nuestro país, depende de la Comunidad Autónoma, del grado de necesidad, de la diferencia cultural, de (porqué no decirlo) la picaresca que exhiba…  En ayudas directas podemos encontrarnos con casos que suben más allá de los 2.400 € al mes , pero hay que tener en cuenta que las reunificaciones familiares traerán otros costes indirectos como la escolarización de sus hijos, (en España, entre 2,6 – 3,6 k€ al año) mas la atención sanitaria, la justicia, etc. Existen multitud de estudios que defienden que, a fin de cuentas, los inmigrantes con sus impuestos y cotizaciones no solo compensan el mencionado gasto sino que, además, realizan una aportación extraordinaria a las arcas del estado. Pero esos estudios se centran fundamentalmente en la relación ayudas – aportaciones, y no suman el coste global mencionado, al que como ciudadanos tienen derecho. En otras palabras, de esos estudios sale todo el gasto sanitario, e

La guerra del humo

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Seamos sinceros. Se acabará privatizando el Taxi.  Y eliminando las licencias VTC .  Es lo que va a pasar, tarde o temprano. No hay otra. Y detrás de él, auguro, el transporte por autobús.  Todo lo que no sea ésto, es obligar a tapiar las ventanas para que los cereros puedan seguir vendiendo candelas. En un mundo sin internet ni móviles, el negocio de transportar personas sólo podía hacerse mediante dársenas urbanas y recorriendo activa y sistematicamente la ciudad. Puede que el confort de los vehículos y el precio pactado justificase la limitación de la oferta mediante las concesiones limitadas de licencias (vulgo privilegio forjado por el Estado), pero antes que ésta, la razón debía haber sido otra. Si asimilamos a “zonas azules” las dársenas urbanas de pasajeros, no resulta complicado calcular, “alicuotando”, su “precio”. Otra cosa son los carriles Bus-Taxi. ¿Realmente tiene sentido ese privilegio, en términos de movilidad, para el taxi? Bueno, si la ciudad decide

Contra el día de la liberación fiscal

Lo reconozco: detesto el Día de la Liberación Fiscal. Detesto el concepto, detesto el cálculo, y, sobretodo, detesto que la gente crea realmente que el día en el que termina su esclavitud y se despierta como hombre libre coincida aproximadamente con el solsticio de verano. Cosas de mi misantropía, supongo. El primer argumento por el que detesto el día de hoy (escribo esto el 28 de Junio, aunque, si tengo suerte, vean Uds. esto publicado mucho más tarde) es que es muy torticero pensar que hemos trabajado gratis para el Estado, a cambio de nada. En pureza, no es verdad. Porque el Estado puede ser oneroso, puede ser corrupto, puede ser derrochador… pero a cambio de nuestro dinero, nos ofrece bienes y servicios. Caros, es cierto. Que no los hemos contratado voluntariamente, de acuerdo. Que encima utiliza nuestro dinero para subvertirnos, os lo compro. Pero algo de utilidad nos ha proporcionado a cambio. Eso es así. La cosa, en todo caso, sería saber qué porcentaje de inefic

¡No a la Academia de las Lenguas!

Como si de una representación teatral se tratase, en la tragicomedia de la política lingüística aragonesa, después del primer acto, la comarcalización, del segundo acto, la creación de la ley de lenguas, del correspondiente sainete de entreactos, el silbo disimulado cuando no directamente cómplice del Partido Popular (como en TODAS las regiones con políticas lingüísticas en las que pudieron deshacer y no quisieron cuando alcanzaron al poder), nos llega el tercer acto, la creación de una Academia de las Lenguas de Aragón y sus correspondientes Instituto del Aragonés y del Catalán. De las grandes decepciones en cultura política que se pueden experimentar en nuestra tierra aragonesa es comprobar como, una y otra vez, a los vecinos nacionalistas se les otorga virtud en su riqueza. Es descorazonador comprobar que ha calado la idea de que son comunidades más ricas por que defienden lo suyo, y aún cuando perjudiquen al bien común español, haya arraigado que, copiando sus políti

Los árboles no dejan ver al ingeniero

No es difícil escapar de los denominados Mass-Media. No con Internet. Desgraciadamente, salvo que quieras vivir en la burbuja perfecta donde la pantalla te retroalimenta con las cosas internáuticas que te interesan hasta que crees que todo el mundo gira en torno a tí (cuando en realidad sólo es un autómata diabólico que se alimenta de las galletas y rastros que tu navegador le sirve en un plato no muy distinto a la cámara que todo lo ve del Gran Hermano de Orwell), asomarse al escaparate de lo que cocinan y nos sirven las cadenas de televisión, radio y prensa escrita es, actualmente, y si quieres pulsar la realidad, inevitable. Y es que los medios son noticia en sí mismos, si simplemente conseguimos aplicarles un poco de gran angular y estudiar su dinámica con un poco de perspectiva. Cada día, miles de noticias llaman a la puerta de los medios de comunicación. Siempre se había diferenciado entre las llamadas noticias de sucesos y la información más o menos relevante, loc

Caridad, Solidaridad, Ayudas

Cuando discuto con colectivistas, (me gustaría haber podido usar el verbo debatir, pero seamos sinceros, no lo he conseguido nunca) uno de los argumentos que más me enerva es cuando te defienden el altruismo como base última de su ideología. No. Es intolerable, por razones que prácticamente todos los lectores del ámbito liberal comprenden automáticamente. Suelo responder con una reflexion cuyo fundamento voy a intentar reproducir, aunque en la mayoría de los casos, (como a muchos colegas me consta que les pasa) es imposible relatar. A mí me gusta el castellano porque, por razones etimológicas o de simple riqueza del lenguaje, palabras que parecen portar significados muy similares tienen matices praxeológicmente relevantes. Es el caso de la caridad, la solidaridad y las ayudas . Es curioso cómo términos que podrían considerarse sinónimos son usados o discriminados en su uso por el discurso colectivista, eso en sí ya nos da una pista. Empezaré por el término Solidaridad. Y

¿Nacional-Catolicismo?

Si preguntan a los Españoles cual es su religión, una gran mayoría (68,8 % en la última encuesta del CIS ) se identificará como católico. El problema viene si hacemos la pregunta al revés, esto es, si preguntamos a la Iglesia Católica si se identifica como Española y si identifica a los españoles como una Nación. Porque ahí pueden sorprendernos con la respuesta. La reflexión viene a propósito del cerrado apoyo de la Conferencia Episcopal a las posturas nacionalistas catalanas exhibidas el fin de año último, por poner un ejemplo reciente. Pero el apoyo a la disgregación política nacional, empezando por la propia redacción de la Constitución, siguiendo por su postura ante los zarpazos nacionalistas, y terminando por su discurso más explícito al respecto, ya no se pueden soslayar. Si nos quitamos la venda que nos pone el imaginario franquista, y su discurso ultra-católico, y su reverberación en el de la Izquierda Española, y empezamos a hacer un análisis sosegado de lo que

Cuando se disipe el humo

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Contemplando como estamos el “incendio” político, social y mediático, de lo que han supuesto el referéndum de autodeterminación, la posterior DUI, aplicación del artículo 155 de la Constitución y las consecuentes elecciones autonómicas (eventos todos ellos susceptibles de portar todas las comillas posibles a su ejecución y desarrollo) cabe especular levemente en qué acabará todo esto cuando el humo se disipe, a tres-cinco años vista. Vamos a dejar de lado consideraciones políticas y sociales y un análisis de lo que el nacionalismo supone para Europa (y sus rivales geopolíticos), o una eventual consecución de un modelo de cupo (reformas de la constitución incluidas) para el nacionalismo catalán. Centrémonos en el panorama económico, no tanto en el relativo interregional español, como en el absoluto, el cuerpo que se le quedará a la vieja España y a la joven Europa. La cara más visible de la inestabilidad política (lo que se ve) que sufrimos hoy y que padeceremos los próxi